10.5.18 El menos irregular... Boca campeón


Boca se consagró campeón de la Superliga una fecha antes de su finalización, pero a lo largo del torneo se pueden identificar varias facetas futbolísticas del equipo de los Barros Schelotto. Pese a esto, nadie lo pudo bajar de la cima. El Xeneize, "el más regular de los irregulares".
El primer Boca identificable es el del inicio del campeonato, donde el Xeneize mostró un nivel altísimo de fútbol con Fernando Gago y Darío Benedetto a la cabeza. Era un equipo que priorizaba la tenencia del balón desde todos los sectores de la cancha. Los centrales buscaban el primer pase limpio para los volantes, Cardona se conectaba con los interiores, los laterales pasaban y aportaban en la elaboración y Benedetto pivoteaba para sumar en la gestación.
Este estilo de Boca hacía que los rivales se abran y dejen espacios para meter pelotas profundas y aprovechar la velocidad de Pavón, que ya no era el wing que sólo corría como en torneos anteriores, sino que ahora pensaba antes de ejecutar la acción. Así llegaron muchos goles en esa primera etapa, con centros a Benedetto, pases atrás para la llegada de algún volante o con el mismo Pavón rematando al arco.
Fue el mejor Boca del torneo, ya que la belleza de su juego lo hacía tener una efectividad arrolladora que dejaba sin chances a sus rivales y no paraba de ganar (Olimpo, Lanús, Godoy Cruz, Vélez, Chacarita).
Gago era quien conducía el equipo desde la mitad de la cancha, pero tuvo la mala suerte de lesionarse en su mejor momento. Boca sin él perdía claridad en el pase y sobre todo, generación de juego por el resto del torneo. Aquí se marca un quiebre en el estilo del Xeneize, ya que por él ingresa Nahitan Nandez al equipo titular, jugador de distintas características a la del 5.
Con Nandez y Wilmar Barrios en la mitad de cancha, Boca empezó a dejar un poco de lado la tenencia de pelota y optó por la espera y el quite rápido de sus volantes (se sumaba Pablo Pérez), para así contragolpear con Pavón. Boca seguía siendo efectivo en esa parte del campeonato, pero ya la posesión iba disminuyendo (Patronato, Belgrano, River).
Ante esto, en la fecha 9, llega la primera derrota de Boca en el campeonato. El conjunto Xeneize no hizo un mal partido, pero Racing tuvo una tarde soñada. Aunque lo peor no fue el resultado, sino la lesión de su goleador, Darío Benedetto. El delantero, al igual que Gago, sufrió la rotura de ligamentos en su rodilla y también se iba a perder lo que restaba de la Superliga.
El mundo Boca quedó en shock ante la pérdida de sus figuras. Pero el mayor problema era que el equipo tenía cada vez menos posesión de pelota y por ende carecía de gestación por las características de sus sustitutos (En el caso del 9, ni Bou, ni Benítez, ni Vadalá estuvieron cerca de aportar en el juego).
Esperar, quitar y contragolpear parecía ser el nuevo estilo de Boca, pero el nivel tras la primera derrota fue en caída. Perdió con Central, que pese a llegar mucho al arco rival, lo jugó muy nervioso; le ganó a Arsenal de la mano de la inteligencia de Cardona, ya que el equipo generó muy poco fútbol; y culminó la primera parte de la Superliga con un flojísimo partido ante Estudiantes, donde consiguió la victoria con un gol de carambola.
Boca carecía de funcionamiento colectivo y se empezaba a ver a un equipo que se sostenía por la jerarquía individual, pese al mal juego.
Para la segunda parte del torneo, Boca comenzaba mal, ya que en la pretemporada sufrió la lesión Pablo Pérez, por lo tanto, el Xeneize, siguió perdiendo juego. Pero sumó a Carlos Tévez en su regreso desde China.
Inició bien frente a Colón, en un encuentro que abrió Pavón a los pocos minutos y superó sin sobresaltos. El mediocampo de Boca estaba conformado por Barrios y Nandez, volantes con más ímpetu y quite que generación de juego. En base a esto y sin un Tévez fino en la elaboración, Boca, en los siguientes partidos empezaba a sufrir por la falta de posesión y la carencia de funcionamiento con este nuevo esquema. Así y todo, el Xeneize siguió obteniendo resultados favorables, pero ya no era por su buen juego, sino que se imponía por su jerarquía individual y actitud (San Lorenzo, Temperley, Banfield). Ante esta falta de tenencia, los laterales se sumaban cada vez menos a los ataques porque muchas veces eran ellos los desbordados.
Como un espejismo en el desierto, Boca volvió a jugar bien en la fecha 17 (San Martín), y parecía que Guillermo había dado en la tecla. Con Pablo Pérez todavía lesionado, el entrenador apostaba por Emanuel Reynoso en la mitad de la cancha para que aporte en la generación. Además, Carlos Tévez ocupaba el puesto de centro delantero, lugar en donde podía hacer las veces de Benedetto cuando se tiraba atrás y aportaba en la elaboración. El ingreso de Reynoso le dio claridad al equipo en el inicio de las jugadas, siempre se mostró como opción de pase y buscaba conectarse con sus compañeros. Pero no duró mucho, ya que las intervenciones de Bebelo y Tévez no fueron regulares en los siguientes encuentros. 
La falta de funcionamiento colectivo de Boca se notó aún más cuando puso un equipo semialternativo frente a Argentinos Juniors y recibió una dura derrota. Además, comenzó una serie de partidos donde no podía generar nada mas que con actitud, y así consiguió dos triunfos (Tigre, Talleres) y un empate (Atlético Tucumán) sobre la hora.
Pero en un momento, las apariciones individualidades dejaron de ser efectivas y el conjunto de Guillermo pagó caro su falta de funcionamiento. Dos derrotas consecutivas (Defensa y Justica, Independiente) en la parte final del campeonato hacían que la Superliga vuelva a tener vida para los rivales. Boca se mantenía en la cima de la tabla de posiciones sólo por el gran colchón de puntos que cosechó en la primera parte del torneo.
Tras las duras derrotas, los jugadores de Boca debían afrontar con gran actitud los últimos partidos. Reynoso y Pablo Pérez intentaban conducir el equipo y gracias a ellos Pavón recibió esos pases filtrados o al espacio, para que éste centre o defina él mismo. En toda esta irregularidad, había alguien que se sobreponía, y ese era el 7 de Boca, que se mantuvo durante todo el torneo y en el final fue la gran figura del campeón. Con una gran confianza, su nivel fue en alza y se hizo desequilibrante con su velocidad e imparable en el uno contra uno. 
Además, el entrenador le dio la chance a Ábila en el centro del ataque y éste no defraudó. Cinco goles en los últimos tres encuentros para sentenciar la Superliga (Unión, NOB, Gimnasia).
El conjunto de Guillermo Barros Schelotto tuvo que reponerse a lesiones y golpes anímicos a lo largo del torneo. Su estilo cambió varias veces, lo que no cambió fue su posición del campeonato.
Boca, el más regular de los irregulares, campeón de la Superliga.


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